jueves, 10 de marzo de 2011

El valor

Constantemente ponemos valor a las cosas,
la leche, el zumo, la enseñanza,
los vehículos, la vivienda,
incluso la asistencia médica.

¿Todo tiene un valor?

Pues sí aunque ese valor sea incalculable,
y sólo nos damos cuenta del verdadero
valor de algo cuando lo hemos tenido
y lo perdimos.

Cuanto me gustaba ir a esas clases,
como me encantaba el olor de mi coche,
que vistas tan bonitas tenia la casa de mi infancia,
o incluso...
cuanto quería a esa persona
que ya no esta...

Cuantas veces oiremos
y diremos esas palabras...

Creo que es una lección que no
somos capaces de aprender en muchos años,
una lección muy simple
de la que no se preocupan los colegios e institutos
que el valor de una persona
de una vida es incalculable

Si aprendiéramos esa lección
respetaríamos más a nuestros semejantes,
a los seres vivos en general
y querríamos más a nuestros familiares.

Porque el valor de
un padre, una madre, un hermano...
es algo tan grande e inimaginable
como el mismísimo universo.

Y esa lección tan simple en ocasiones
la aprendemos demasiado tarde.

Por eso recapacita,
no guardes rencor a las personas que quieres,
ayúdales, quiéreles,
porque no hay valor que lo sustituya.

Y si alguno de ellos ya no esta,
hónrales donde quera que estén
viviendo dignamente,
teniéndoles siempre en tu memoria,
y queriéndoles como si aún estuvieran aquí.


Hay personas que es fácil
comenzar a querer,
e imposible dejarlo de hacer

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